En este momento estás viendo Mar del plata decada del 60: diversión, sol y olas
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Era la década del 60 y Mar del Plata era el destino favorito para los jóvenes que buscaban diversión, sol y olas. Yo era uno de esos jóvenes, ansioso por descubrir lo que la vida tenía reservado para mí en aquellos días dorados. Junto a mis amigos, pasamos nuestras vacaciones en Mar del Plata, disfrutando de todo lo que la ciudad tenía para ofrecer.

Nuestros días comenzaban temprano en la mañana, preparándonos para surfear. Las tablas de surf eran pesadas y difíciles de manejar, pero estábamos dispuestos a enfrentar cualquier desafío para dominar las olas. La playa estaba repleta de jóvenes y familias, todos ansiosos por sumergirse en el agua y disfrutar del sol.

El surf era una actividad recién llegada a Argentina, y rápidamente se convirtió en una pasión para nosotros. Aprendimos a leer las olas y a balancearnos en nuestras tablas, y pronto nos volvimos expertos en surfear las olas de Mar del Plata. El sonido del océano y la sensación de libertad mientras nos deslizábamos por las olas eran inigualables.

Entre las sesiones de surf, pasábamos nuestro tiempo en la playa, tomando sol y compartiendo historias. Las chicas eran una parte importante de nuestras vidas en aquel entonces. Usaban trajes de baño coloridos y llamativos, y siempre estaban dispuestas a conversar y a compartir una risa con nosotros. Nosotros, por supuesto, lucíamos nuestras camisas floreadas y bermudas, el uniforme típico de los jóvenes de aquella época.

Por las noches, Mar del Plata cobraba vida con música y bailes. Nos reuníamos en bares y clubes nocturnos, donde las bandas locales tocaban música en vivo y todos bailaban al ritmo del rock and roll y el twist. Las luces parpadeantes y el ambiente enérgico hacían que cada noche fuera única y emocionante.

Fue en una de esas noches cuando conocí a Lucía, una joven hermosa y encantadora que compartía nuestra pasión por el surf. Nos conocimos en un bar llamado «El Tiburón», donde bailamos y conversamos hasta altas horas de la madrugada. Desde aquel momento, Lucía se convirtió en una parte inseparable de nuestro grupo de amigos y nuestras aventuras en Mar del Plata.

Juntos, exploramos cada rincón de la ciudad, visitando sus icónicos lugares turísticos como el Torreón del Monje y el Faro de Punta Mogotes. También disfrutamos de la exquisita comida argentina, como los choripanes y las empanadas, en las pequeñas parrillas y restaurantes locales.

El tiempo pasaba rápidamente, y antes de darnos cuenta, nuestras vacaciones en Mar del Plata llegaban a su fin. Pero nuestra amistad con Lucía y los recuerdos que habíamos creado juntos eran eternos. Nos prometimos mantenernos en contacto y visitarnos siempre que pudiéramos, y así lo hicimos.

A lo largo de los años, cada uno de nosotros tomó diferentes caminos, pero siempre mantuvimos el vínculo que nos unió en aquellos días de sol y olas en Mar del Plata


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